La crisis climática global representa uno de los desafíos más urgentes de nuestra era. El uso intensivo de combustibles fósiles ha elevado las emisiones de CO₂ a más de 35 billones de toneladas anuales, contribuyendo al aumento de la temperatura del planeta. Como resultado, los eventos climáticos extremos se han intensificado y los ecosistemas han sufrido alteraciones significativas.
Hasta 1950, las emisiones globales estaban dominadas por Europa y Estados Unidos. Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX, China ha incrementado exponencialmente sus emisiones. En 2023, produjo aproximadamente 12 billones de toneladas de CO₂, mientras que Colombia generó 105 millones de toneladas, lo que significa que China emitió 120 mil veces más CO₂ que Colombia. Asimismo, países como Estados Unidos, Australia y Canadá presentan emisiones per cápita casi tres veces superiores al promedio mundial. En contraste, África y Sudamérica son emisores relativamente pequeños, cada uno contribuyendo entre el 3 % y el 4 % de las emisiones globales.
Fuente: Our World in Data – Emisiones anuales de CO₂ (https://ourworldindata.org/).
Las emisiones históricas de CO₂ derivadas del uso de combustibles fósiles pueden reconstruirse desde 1751 a partir de registros estadísticos sobre el consumo energético. Estas reconstrucciones detallan la producción de diversas fuentes de energía, como carbón, lignito, turba y petróleo crudo. Al combinar estos datos con información comercial sobre importaciones y exportaciones, es posible estimar a nivel nacional tanto la producción de combustibles fósiles como las emisiones de CO₂ resultantes. Las estadísticas energéticas más recientes provienen de la Oficina de Estadística de las Naciones Unidas, el Servicio Geológico de los Estados Unidos y el Centro de Análisis de Información sobre el Dióxido de Carbono (CDIAC).
Captura y almacenamiento de CO₂ en el subsuelo
A pesar de la creciente adopción de energías renovables, los hidrocarburos seguirán desempeñando un papel clave en la matriz energética global durante las próximas décadas. No obstante, su producción debe ir acompañada de estrategias que minimicen su impacto climático. Una de estas estrategias es la captura y almacenamiento permanente de CO₂, un proceso que implica separar este gas de los demás productos resultantes de la combustión de combustibles fósiles. Posteriormente, el CO₂ se comprime hasta alcanzar una densidad similar a la del agua y se inyecta a través de un pozo en una formación geológica porosa y profunda. Generalmente, se almacena en pozos perforados para producción que resultaron secos o en antiguos pozos productores que, debido a las condiciones del yacimiento, han sido sellados o abandonados.
En Colombia, las cuencas sedimentarias con mayor potencial para el almacenamiento geológico de CO₂ se encuentran en regiones ampliamente estudiadas para la exploración y producción de hidrocarburos. Entre las más prometedoras se encuentra la Cuenca de los Llanos, una de las principales zonas productoras de petróleo del país, que cuenta con numerosos yacimientos agotados y pozos secos adecuados para el almacenamiento de CO₂. Su gran extensión y profundidad la hacen ideal para la inyección segura en formaciones porosas. Otra cuenca de interés es la Cuenca del Valle Medio del Magdalena, donde se han identificado areniscas con buena capacidad de almacenamiento y sellos geológicos que podrían evitar fugas. Asimismo, la Cuenca del Valle Superior del Magdalena presenta estructuras geológicas con potencial para almacenamiento, especialmente en pozos abandonados. Finalmente, la Cuenca Cesar-Ranchería, caracterizada por su actividad en la producción de gas y carbón, también ofrece oportunidades para el almacenamiento geológico de CO₂.
De este modo, los pasos clave en la captura y almacenamiento de CO₂ incluyen la evaluación geofísica de formaciones sedimentarias y la identificación de sitios adecuados para su almacenamiento seguro. En este contexto, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, en conjunto con la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), lidera estudios para caracterizar y evaluar los procesos de captura, uso y almacenamiento de CO₂ en Colombia. En septiembre de 2024, la ANH firmó un acuerdo con la Universidad de Caldas para investigar nuevas tecnologías de captura de CO₂. Además, el Servicio Geológico Colombiano (SGC) está promoviendo proyectos de investigación enfocados en el almacenamiento de CO₂ en cuencas sedimentarias, fortaleciendo así el conocimiento y desarrollo de esta estrategia en el país.
Riesgos de la inyección de CO₂
A pesar de que la inyección de CO₂ en el subsuelo es una estrategia prometedora para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, conlleva ciertos riesgos que deben ser gestionados adecuadamente. Uno de los principales desafíos es el riesgo de fugas de CO₂. Si el gas no queda correctamente confinado, podría migrar hacia la superficie o hacia otras capas del subsuelo, reduciendo la efectividad del almacenamiento y afectando la calidad del aire y del agua subterránea. Esto puede ocurrir debido a fallas geológicas, fracturas en la roca sello o defectos en los pozos de inyección. Además, el CO₂ puede filtrarse hacia acuíferos subterráneos, donde su disolución en el agua podría generar acidificación (formando ácido carbónico), afectando la calidad del recurso hídrico y movilizando metales pesados o compuestos potencialmente peligrosos presentes en las formaciones geológicas.
Otro riesgo importante es la inducción de sismicidad. La inyección de grandes volúmenes de CO₂ puede alterar el estado de esfuerzos en fallas preexistentes, reduciendo la fricción y favoreciendo su reactivación. Este fenómeno ha sido documentado en proyectos de almacenamiento geológico de CO₂ en Estados Unidos, Noruega, Canadá y Francia. Para gestionar el riesgo es necesario hacer un monitoreo sísmico continuo mediante una red sismológica densa alrededor del proyecto, medir en tiempo real la presión del yacimiento y las deformaciones superficiales, por ejemplo, con técnicas como InSAR. Así mismo, alrededor del mundo se han implementado sistemas de semáforo sísmico, con los cuales se ajustan las variables operativas en función de la actividad sísmica.
La captura y almacenamiento de CO₂ podría abrir nuevas oportunidades económicas para Colombia, aprovechando sus cuencas sedimentarias en un mercado global de créditos de carbono en crecimiento, lo que contribuiría a la reducción de su huella de carbono. Si bien Colombia cuenta con el conocimiento geológico y técnico para avanzar en la captura y almacenamiento de CO2, ¿está preparada para gestionar adecuadamente los riesgos asociados?
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