GeoTech Risk Consulting

GeoTech Risk Consulting. 22/02/2025
Por PhD(c) Miguel Lizarazo.

Tiempo de lectura: 5 minutos

Exploración y aprovechamiento del hidrógeno blanco en Colombia

Exploración y aprovechamiento del hidrógeno blanco en Colombia

Según la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP), Colombia consume mensualmente alrededor de 430 millones de galones de combustibles líquidos, incluyendo gasolina, diésel/biodiésel y combustible para aviones. Esto equivale a un consumo promedio de 8.5 barriles de combustibles líquidos por persona al mes. En cuanto al gas, en septiembre de 2024, su consumo alcanzó aproximadamente 800 billones de BTU diarios (Gbtud). Para ponerlo en perspectiva, preparar un almuerzo para 2 personas requiere alrededor de 2,000 BTU, mientras que una ducha de 5 minutos con un calentador de gas consume aproximadamente 5,000 BTU.

Estas cifras evidencian la importancia socioeconómica de la extracción de petróleo y gas en Colombia, cuya producción se concentra principalmente en regiones como los Llanos Orientales, la Costa Caribe, el Magdalena Medio y la cuenca del Putumayo. Más allá de su uso como combustibles, los hidrocarburos son la materia prima de productos esenciales como fertilizantes, medicamentos, lubricantes y cosméticos, fundamentales en la vida diaria de millones de colombianos. No obstante, la dependencia de los combustibles fósiles contribuye a la crisis climática, lo que plantea un desafío crucial: cómo avanzar en la transición energética sin comprometer el desarrollo industrial ni el bienestar de la población. En este contexto, el hidrógeno se perfila como una alternativa limpia a los combustibles fósiles, con aplicaciones en diversos sectores y la ventaja de no generar emisiones de CO₂ en su combustión.

El Potencial del Hidrógeno Blanco en Colombia

El hidrógeno se presenta como una alternativa prometedora para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, ya que permite generar energía sin emisiones de CO₂ durante su combustión. A largo plazo, este recurso podría complementar el portafolio energético y contribuir a la descarbonización de la economía. Sin embargo, la explotación comercial de un yacimiento de hidrógeno blanco es un proceso que podría tomar alrededor de 20 años, tiempo necesario para completar las etapas de exploración y evaluación, desarrollo y pruebas piloto, así como la construcción y puesta en producción.

El hidrógeno se clasifica según su método de producción. El hidrógeno gris se obtiene a partir del gas natural, pero su proceso genera altas emisiones de carbono. El hidrógeno azul también proviene de hidrocarburos, aunque incorpora tecnologías de captura y almacenamiento de CO₂ para reducir su impacto ambiental. Por otro lado, el hidrógeno verde se produce mediante electrólisis del agua utilizando energía renovable, lo que lo convierte en la opción más sostenible. Finalmente, el hidrógeno blanco es de origen natural, generado por procesos geológicos sin intervención humana.

Dada la diversidad geológica de Colombia, es probable que existan yacimientos de hidrógeno blanco en el país. Este recurso suele encontrarse en rocas ricas en hierro y magnesio, como las ofiolitas, donde la reacción con el agua genera hidrógeno; en sistemas geotérmicos y volcánicos, donde el calor interno de la Tierra descompone el agua y libera hidrógeno; en reservorios sedimentarios, donde puede acumularse en trampas geológicas similares a las del gas natural; y en formaciones cristalinas profundas, donde la radiación natural de elementos como el uranio y el torio descompone el agua y libera hidrógeno. Todos estos entornos están presentes en la geología colombiana, lo que abre la posibilidad de encontrar depósitos naturales de este recurso en el país.

Por esto, el hidrógeno blanco ha despertado el interés de la comunidad científica y la industria energética en Colombia. Según el Servicio Geológico Colombiano, existen indicios de su presencia en regiones como el Valle del Cauca-Patía, donde afloran ofiolitas mesozoicas, rocas oceánicas que reaccionan con el agua y liberan hidrógeno de forma natural. También se cree que hay posibles yacimientos en depósitos de ferroníquel en el norte del país, así como en reservorios sedimentarios de los Llanos Orientales. En este contexto, la Agencia Nacional de Hidrocarburos está evaluando estos recursos con el objetivo de lanzar una subasta de exploración y explotación. Esta iniciativa busca atraer inversión extranjera, impulsar el desarrollo tecnológico y fortalecer el conocimiento científico sobre este recurso.

De esta manera, Colombia debe dar el primer paso con determinación, destinando recursos suficientes para la fase exploratoria del hidrógeno blanco y ajustando las políticas ambientales para garantizar su seguridad jurídica. La exploración de este recurso es un campo emergente a nivel mundial y, aunque emplea técnicas similares a las utilizadas en la búsqueda de petróleo y gas, requiere adaptaciones a sus características únicas. En este proceso, la exploración geofísica es clave para identificar estructuras geológicas donde el hidrógeno pueda acumularse, mientras que los estudios geológicos y geoquímicos permiten analizar rocas ricas en minerales como serpentinitas y hierro, capaces de generar hidrógeno mediante reacciones naturales. Finalmente, la perforación exploratoria es fundamental para evaluar la cantidad y viabilidad del recurso en formaciones geológicas profundas.

Se proyecta que para 2050 existan plantas de hidrógeno alrededor del mundo que contribuyan a disminuir la dependencia de los combustibles fósiles. Con investigación, inversión y políticas adecuadas, Colombia tiene la oportunidad de liderar la exploración y aprovechamiento del hidrógeno blanco. Esta transición hacia energías limpias no solo contribuirá a mitigar el cambio climático, sino que también abrirá nuevas oportunidades económicas y tecnológicas para el desarrollo sostenible del país.

En Colombia, el reto político alrededor del hidrogeno, es transformar los discursos ambientalistas en acciones tangibles que permitan destinar recursos suficientes a la exploración y desarrollar normativas claras que regulen su exploración, producción y uso.

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